Darío Ernesto

Pensares

Pensares

Darío  Ernesto Muñoz Sosa

 

Es la hora nona, cae el sol caigo yo

Como al caer el verano, lentamente  así las hojas

De un verde ocre

Ha llegado el instante, en los ojos

Que buscan en tus ojos un distante abrazo

En estas soledades de palabras, de gestos

Refugiándome lejos del hogar, aquel hermoso

Que fueron los brazos de mi madre.

Hora del pensamiento loco, desquiciado y fronterizo

Un espíritu  alado que sale de mi boca en versos

Sabiendo, que todo tiene un final, en mi no es eterna la vida

Y recorriendo los caminos puesto que ellos existen

Para quitarle  ansias al destino cautivo

Allá en el infinito , mi sombra se acuna.

Idas y vueltas cada día

Girando en círculos de frecuencias  absurdas

Las rutinas de los seres

Necios, obsecuentes, naciendo , viviendo sin expresar sentires.

No he traicionado a mi prójimo

Solo con la mano extendida, de amor y  esperanza,

Mas nada y todo  que pueda tener en haberes

Ha de reemplazar la dicha de tener 

La vida entorno a mi paisaje de cerros y  quebradas

Que al alejarse mi alma

Hasta pareciese que el imponente  cerro se agiganta

Que hubiese  sido de mi existencial  vida, sin este par de ojos

Sin estas mis manos, que son el génesis

De un oficio de vivir la vida prodigando sueños.