han-jael

Intersección

No latió el corazón;

sin embargo, el recuerdo sí se removió

y la desesperanza,

pero más fuerte retumbó en mi centro

tan frio y tan hondo

la desilusión que trajo tu abandono.

No sintió dolor el alma

pero anheló esos días de felicidad efímera

que me brindo tu compañía.

Yo te amé y tú solo la pasabas bien.

No te culpo por ello,

cada quien quiere y ama

a su manera.

Hiere y mata

como bien le place.

Y tú amabas herirme

y gozabas matarme.

No entendiste mi sufrir

Mis lágrimas te eran extrañas.

Me hundí por un momento

en esa sensación parecida al miedo,

a la zozobra, esa sensación

que casi carcome mis entrañas

me impelía al impulso de salir corriendo.

Estaba en mi territorio

y llegaste como invasor.

Se presento el conflicto

e hice acopio de concentración

no podía darme el lujo de temblar,

de espetar inseguridad.

Había ensayado a solas aquel momento.

Pero toda emoción ceso

cuando sin darme cuenta

habías abandonado ya la habitación.