Tristeza que me invades,
me dueles como nunca,
pero me aferro a ti
para sentir la vida.
Tristeza, compañera,
yo sé que iluminas,
marcándome el sendero
de \"La Ciudad Perdida\".
¡No te daré la espalda
huyendo como siempre
para evitar heridas!
¡Ven! ¡Clávate profunda!,
como un punzón inmenso,
que acabe con la escarcha.
Puñal incandescente,
derrite todo el hielo
que me impidió sentir
el brillo de los ojos
de aquellas, que me amaron,
y acaricié sus cuerpos
como el que besa a medias,
como el que palpa a ciegas,
sin dar toda la esencia,
sin morir en la embestida,
como muere el que ama,
como muere el que sueña,
como muere el que sabe
que no todo está muerto
en \"La Ciudad dormida\".
Paco José González