Poeta sin alma

Mi alma

Tanto en ti pienso y tanto me abandono,

que ya no soy yo quien respira al pensarte,

sólo una parte mía se conserva intacta

y es la que logra besarte y adherirse

a tus pechos y a tus concavidades,

la que te anuda en abrazos imposibles,

te añora y penetra todos tus deseos

en vilo, con el empeño de quien quisiera

echar raíces.

Es la parte que vibra y se abalanza,

la parte que al morir renace como el fénix,

es la parte se queda para siempre contigo.

 

Vuela hacia ti con suavidad de cisne,

se niega a partir y crece como la enramada,

llena de nubes tus amaneceres y toca violines

con sus vaporosas manos intangibles.

Es la parte de mí que te acompaña

cuando caminas sola en tardes grises,

y percibes su brazo en tu cintura

que nadie mas ha abrazado.

Es la parte de mí que entre las sábanas

de tus noches que parecen tristes,

y te olvidas de todo y de todos,

se te enreda cuando estas dormida,

y tú se lo permites.

Su peso, su volumen, su armadura

no son de carne y hueso, no tiene aroma,

pero ella te protegerá y pisará donde pises,

se acoplará a la curva de tu espalda,

mirará sobre tu hombro cuando escribas,

sin que nadie la vea, ni tú misma,

pero tú, sólo tú, sabrás que existe y se queda

a tu lado y en ti, un cuerpo sin forma, tan etérea

como mi espíritu, si así Dios lo decide.