(Para Encarnita)
No sé por qué, pero hoy siento la necesidad de escribir para ti, aunque sea unas líneas.
La noche ha sido larga y fría o al menos así me lo ha parecido. Apenas he dormido durante tres o cuatro horas, no podía conciliar el sueño.
Era una sensación de vacío en el vacío, de noche dentro de la noche. ¿Qué me ocurre cuando tú no estás?
Si tus pasos repiquetean por la casa todo se desarrolla con normalidad, como si no se notara el paso del tiempo. El silencio abriga, las palabras conservan su ritmo pausado y en todos los espacios se recorta tu contorno.
El día y la noche no entran en conflicto y aunque llueva fuera, el sol brilla dentro a todas horas. ¡Que fenómeno tan extraño y a la vez tan natural!
Hace apenas unas horas que te fuiste y, ya las paredes emiten gemidos, las plantas empiezan a marchitarse y nuestra casa es un cuerpo sin alma. Y yo…pues ya ves, un naufrago aferrado al salvavidas de tu regreso.
La próxima noche, el agua volverá a su cauce, el silencio hablará, la bruma se romperá y unos ojos ávidos de ti volverán a verte.
En el andén de la esperanza, una sonrisa se dibujará en mi cara cuando se abra la puerta del vagón y te vea descender del tren que a mí te devuelve.
Viento de Levante