Soy hombre y soy lobo
al acecho latente
dentro de mi pecho
encerrado en mis costillas
yace un pez
un ser parásito me urge
como el llamado de las aguas
que fluyen sobre mínimas piedras
y creo entender todo
a pesar de los ceñudos dioses
ya no está la garza de blancas plumas
sobre este espejo verde bajo mis pies
y entre mis rodillas apoyo la hoja
en un rojo libro de Vallejo
entre sus poemas sin título y fechados
el aroma de la madera
la cercana madreselva
el estribillo de las aves
cuando mi mente hace silencio
y trato de estar atento
y soy un hombre apenas
con los sentidos aún sanos
descifrado signos encriptados
entre la luz que se reparte
penetrando en la cámara oscura
que es este cuerpo
tratando de des-invertir
lo invertido del engaño
mirando más allá
más lejos de lo que miro
y busco y no hallo
el sombrero de Vallejo
mientras su mano me mira
desde la tapa del libro rojo
sosteniendo la sabia quijada
mirando la enfermedad de dios
y su profunda mirada (la de Vallejo)
es carbón entre dos fuegos
imaginariamente tomo su bastón
y me alejo
en esta mañana sin París
con los dados de dios y sin aguacero.