Dos pies que duermen bajo la sabana y sobre la cama, están conectados a mi cuerpo como tentáculos reticulados que se desplazan solo en sueños.
Y aunque despierte de madrugada, seguirán durmiendo mis ganas de dominarte.
Manteniendo alejado la actividad de besos y suspendida mis intenciones de amarte por completo.
Pero algo, por mínimo, sobrevivirá de este encierro.
Serán las ganas de beberte como nube y de esperarte como milagro.
Si bien, un día digo lo contrario, no me creas, estoy mintiendo, me eres necesaria, como el agua a la arcilla y como la ironía al oxímoron.