Me despejo por senderos conocidos. Podría dibujar con precisión sus perfiles y nombrar cada árbol que lo bordea. Son caminos en los que me sumerjo a diario y el aroma floral inunda mi espíritu. Años de constancia. Como en la vida. Siempre fui tan prolijo. Una noche una joven me preguntó: “¿Vos nunca te despeinás?”. Interrogante que desató temas centrales.
Soy pragmático y al día siguiente estrené una ropa deportiva guardada por sus colores llamativos. Mis gafas eran modernas, me había asesorado una chica muy paciente en una óptica. Preparado y con la idea asentada en la mente desde la tarde anterior me adentré en campo salvaje…
Abrojos, espinas, algún pozo, todo era expectativas mientras una esencia a yerberas inundaba mis pulmones. Tenía la alegría de un niño en un cochecito de paseo. Aprendía que en la vida no siempre se deben repetir senderos...