Embriagada mi cabeza por tu
locura, armé de valor a mi
pensamiento y puse fin al caótico
ritmo que pregonaba mi corazón.
Tendido en el silencio de
la nada, meditabundo, lloraba
sin lágrimas por la cordura
de tus sonrisas.
También lloré por no ser un
loco que como buen compañero
de andanza, llegara hasta los
recovecos más escondidos de
tu alma.
Allí, en ese silencio quise
comprender lo que el pecado
de la ironía se llevó hace
tiempo, pero que lejos de obtener respuesta,
acabé aún más perdido y cuerdo...
Y... !como explico yo esto!
Que mis momentos de lucidez
estarán rotos y destruidos por la
inconciencia de quién no tiene
miedo al miedo, si las horas
que pasas a mi lado, no son
el refugio de un verdadero
loco cuerdo...
!como explico yo esto!
Que tu desprecio a la vida es
el jarabe para mis males,
que tu desplante hacia el mundo
con sus tortuosas gentes incluidas,
son troncos que arden de una
llama absurda que a mí
me quita el frío que ese
mundo absurdo me provoca
con sus gélidas manos...
Y si hoy te recuerdo, aún con tu
olor impreso a mi almohada,
es porque prefiero ver como en
un sueño ya pasado la esencia
de tu malvivir, que cuantos
imperantes caminos de rosas
pudiese ver despierto, porque
tú, solo tú, has revertido el
sofoco de mi templanza que
hace ya tiempo descansaba
fallecida en los terrenos
más desérticos de ese baldío
al qué la gente llama...
VIVIR....