Queja tenebrosa
“Escucha, oye mi queja,
mi queja tenebrosa y solitaria.
Intérnate en el recinto desolado,
donde brama el torbellino de mi alma…”
Rafael
Cuando oigas en visión profunda
un coro de demonios en el viento,
y veas las nubes vomitar de sangre
que se anega al caer sobre tu cuerpo…
Cuando tus ojos dirijas sobre el firmamento
y veas al Cielo como un Polifemo,
vaciar el único ojo de su rostro,
enterrándose las garras de sus dedos…
Cuando sientas retumbar los cementerios
y de las tumbas resurgir los muertos,
y veas al punto cadáveres danzando,
goteando gusanos de sus huesos…
Cuando sientas que un vampiro te desangra
y se hacen llagas en tu níveos senos
y tu piel, antes tersa, se te arruga
y forman mil serpientes tus cabellos…
Cuando sientas que entre babas nauseabundas
y espuma ardiente de rabiosos perros,
te vas hundiendo hasta el confín del mundo
y tus pies echan raíces en el Erebo;
(región tenebrosa y solitaria
que se extiende bajo la tierra,
y sobre el mismo infierno )
y veas que un íncubo se acerca
y que estruja tus carnes, como un cerdo
y escupe besos da sapo entre tus muslos
y en cópula bestial, viola tu cuerpo…
Cuando sientas que respirar es un martirio
Porque tu pecho lo anega el sufrimiento,
cuando Dios haya huido de tu cielo
y te persigan el terror y el miedo…
Y sientas que estás loca, y de rodillas,
frenética caigas sobre el suelo
y aunque quieras gritar, desesperada,
en el silencio se suma tu lamento…
Cuando pretendas morir en tu martirio
y sufras la agonía de mil muertos,
y tu cuerpo entumecido y putrefacto
lo devoren las ratas y los perros…
Y al hundirte en la muerte redentora
el Diablo bese tus despojos yertos,
y tornes a vivir, pero llorando
y sea cual trampa de ritual eterno…
Cuando sientas la mano fría de un cadáver
posarse sobre tu hombro carcomido,
y te vuelvas, y al mirar mis cuencos ojos
me veas a mí, como esqueleto erguido…
Acaso veas el vórtice del tiempo
girar sobre las cosas sempiterno,
y el cauce inmenso del dolor divino
que escinde como un sable el Universo…
Acaso entonces por piedad comprendas
la maldición que quema mis entrañas;
porque en mis besos hay sabor de muerto,
porque en mis ojos al mirar te espantas…
Y es que en la región del Tártaro sombrío
Do se cuaja en engendros la borrasca,
esculpieron los demonios en mi pecho
el exergo fatal de la desgracia…
Y es que yo soy el jinete desterrado
que el espanto infernal llevo por carga,
fístulas de martirio entre mis huesos,
y negro horror, ¡que me devora el alma!
Rafael