kavanarudén

AMADO CORAZÓN

 

 

 

 

 

¡Calma corazón!

Ten paciencia. No te agites demasiado, estoy a tu lado.

Todo tiene su tiempo y su momento.

Disfruta del cada día, de lo que te ofrece la vida misma.

 

No tienes el poder de adelantar el tiempo. De cambiar las cosas, las personas, pero sí la facultad de amar, de relacionarte expansivamente, de comprender a quien te está cerca, de dar lo que has aprendido, de escuchar, de acompañar, de ayudar, de vivir y cultivar amistades …. Ese poder nadie te lo puede quitar, y te dará fuerzas en el esperar.

 

Nada debe perturbar tu paz, tu tranquilidad. No permitas al ansia entrar, hacer nido en ti, ni menos al temor o la desesperanza. No caigas en la testación de encerrarte en ti mismo, lo cual te llevaría a una autodestrucción, a enfermarte, a perder tu alegría y gozo. Fuiste creado para amar y ser libre, esto es lo que ahora cuenta.

 

Mira el cielo, su color profundo, su majestuosidad dando cobijo a todos. No existe un solo tono de azul, sino una gran variedad. Mientras más relajado estés, podrás descubrirlos en toda su belleza.

 

Observa los árboles del campo, verdes, orgullosos, que anidan en sus ramas a los pájaros, sin ningún tipo de exclusividad. Disfrutan del viento que los mueve y si alguna rama cae, se rompe, mantienen su hierática figura. Con el tiempo otra rama más fuerte nacerá.

 

Contempla el astro rey nacer. Léntamente se hace presente invadiendo con sus rayos todo lo creado. Te habla de un renacer, de que todo es posible. Deléitate con su declinar, que llama al reposo, a la tranquilidad, al sosiego, al hecho de que la oscuridad también forma parte del paisaje, del ciclo vital.

 

Respira el aire puro mientras percibes el mar inmenso, las gaviotas volar a lo lejos, el salitre que penetra tus pulmones. Escucha el coro incansable de las olas que te hablan del infinito, de playas lejanas, de países desconocidos, de niños jugando despreocupados en la arena; de amantes que se despiden en el puerto, con la certeza de volverse a ver. Te comunica la perseverancia, la constancia, la templanza ante la adversidad del existir.

 

Vislumbra pacientemente el pajarito que se atreve a extender sus alas por primera vez, tirarse al vacío y comenzar a volar. Enfrentando el riesgo. Te habla de fortaleza, del valor del alma para poder afrontar con coraje y vigor los riesgos, moderando el ímpetu de la audacia.

 

Deléitate observando como la mariposa rompe el esqueleto externo de la crisálida, poco a poco extiende sus alas, con colores maravillosos, y vuela. Vuela, vive, sin preocuparse que solo tendrá un día para existir. Te comunica el valor de vivir cada día como si fuera el último.

 

Amado y cansado corazón, late en ti el amor sin condición. ¿Qué más puedes pedir a este mundo en perenne confusión? Vive profundamente sin ningún tipo de preocupación. De Dios, tienes su bendición.