¿Dónde van los andaluces
con el resplandor del alba
y con todos los azules
clavados en su mirada?
¿Por qué ha madrugado tanto
esa morena tan guapa
que lleva el Viento Solano
en los pliegues de su falda?
Cantando va por el campo
con su voz cascabelera,
y acaricia con su canto
la cañada y la ladera.
Palomas a ras de suelo
son sus manos ateridas
que rebuscan entre el hielo
las aceitunas caídas.
Quiere olvidarse del frío
pensando en mares y playas,
en caricias y amoríos,
en placeres y distancias.
Pero los sueños son ríos
que fenecen en el mar.
Y los dulces desvaríos
se esfuman al “despertar”.
Por eso la aceitunera
vuelve de nuevo a entonar
su balada lastimera
en medio del olivar
(Viento de Levante)