DULCE FANTASMA
Los fieles ofrecen su oración postrera. Y van los peregrinos monte abajo por el sendero del Montserrat bendecidos por la Virgen Morena.
Están cayendo las sombras en el valle, se enrojece el cielo de Cundinamarca y el copetón irrumpe en la tarde con su bulliciosa canción.
Juan va saliendo de la plaza La Santamaría entre paso dobles, corridos y estridente clarín.
Y de ahí lo llevaron sus pasos al extraño suceso.
Los carteles rojos y brillantes lucen ampulosos de colores con las ultimas luces de la tarde . El niño de la Capea, Palomo Linares, y Paco Camino, exhiben en el afiche sus perfiles quebrados.
Las brujas terribles que cuidan de los maleficios a los toreros están atentas a los malos augurios, a los gatos negros, a los curas con sotana y a las mujeres que acechan a los diestros.
Palomo a regalado un toro y es un día de gloria con cuatro vueltas al ruedo, las dos orejas y el rabo y las capelinas de las damas volando al viento como bellas aves de los cielos.
Ajeno a la devoción de los toros, el argentino Juan Andrés llego por curiosidad a la plaza, y comenzó y siguió en la inercia del momento que era la del vino corrido.
Siga la fiesta brava de los tragos; siga con la bota en la plaza y después en la tasca con mas tinto y jamón de la serrania.
Y así siguió para Juan la historia de esta borrachera.
Perdido en la noche entre la confusión de tragos y de bares, lo sorprendió el día sentado en un bar con un extrañisimo personaje de luz y belleza que no le parecio en su borrachera una criatura de este mundo.
La sombra se rasgaba, amanecía, Bogotá despertaba estremecida, cual despierta una amante al otro dia.
Era la hora de la Colombia profunda.
Y era la hora de un borracho poeta y de un fantasma romántico.
Hablaron de playas blancas como la nieve, de mares de ocho colores, de tesoros de piratas con perlas para reinas, y de románticos amores con la Luna colgada de las palmeras y de los hipocampos retozando en noche calida de mar serena.
El cielo ya estaba azul y un alba deslumbrante enjoyaba las nubes vaporosas.
Oscura bogotana…¡aparición entrañada!...bañada por la primera luz de la mañana parecías la diosa del misterio y del dolor.
Dama extraña y vagabunda, una esperanza en sus ojos y una cabellera de oro reflejando la luz del alba.
Enigmática mujer en el mundo mareado del alcohol.
Entonces entendió que la aparición no tenia peso porque no se apoyaba, se deslizaba, levitaba y flotaba etérea como un suspiro.
La gravedad no existía, ella era tenue, evanescente.
Podría haberla descrito como a un ángel, o un pensamiento, era una belleza sin sustancia como un holograma.
Era un fantasma de la esencia colombiana que en brazos de bla magia virtuosa flotaba por sobre los ríos caudalosos, por los cafetales, por encima del cristal del Caribe, de las montañas y de los llanos orientales.
Es un fantasma enamorado le decían los ojos del misterio de la noche bogotana. Y se lo repetían los duendes y las hadas y también el grito profundo de su presto corazón.
Y de pronto en un acto de locura o por la lógica del alcohol en un momento se marcho y jamás supo como regresar.
¿Cómo se recuperan los fantasmas del amor cuando se pierden y no se vuelven a encontrar?
El no lo sabia. Pero si sabia que en una madrugada había comenzado a enamorarse de un fantasma rubio con ojos color amanecer.
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