Solo Tú y yo estamos en el silencio de la noche
Yo entregándote mi corazón y mi alma,
Y así inspirándome en tu presencia
Sintiéndote mío, sólo mío, por tu clemencia.
Es El Espíritu Santo el que me acompaña
Siento su calor y su ternura
Que me acaricia con mucha dulzura
Quien soy yo para que Tú me visites.
Bendito Tú eres mi Señor Salvador
Que con tu gracia y con tu candor
Me cubres con tu brazo poderoso y
Me haces sentir tu esplendor.
Divino Dios, mi Padre Celestial
Dueño y Señor de mi vida
Que me habla con voz angelical
Cada mañana, cada noche y cada día.
Siempre estás a mi lado con mucha paciencia
No me dejas sola ni un instante de mi vida
Aún en mis días de inconsciencia
Tú siempre estás a mi lado, Padre amado.