Hermosa, hasta las castas coyunturas
de tu interior indígena y granate;
oh doncella, quisiera ver alturas
hasta centellear tu escaparate.
Tan bella, con tus ojitos profundos:
horizontes ceñidos son tus cejas
parecen dos grandísimos tus mundos
cuando entre la faz veo que te alejas.
Linda, hasta prender todas esas velas
que apagaré en tus ápices de estelas
¡Oh!, latido infinito que respira;
Qué flores más hermosas; tu jardín
oh, realmente tierno hasta el sinfín
que trina en tu preciosa y santa lira.
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John Morales Arriola.