¿Cómo al principio
en que nos hemos conocido
me dijiste que me amabas?
Te creí sincera,
porque así fue.
Entonces... hoy,
porque me encuentras así,
¿has dejado de quererme?
¿Es tu silencio
una respuesta?
No bajes tu cabeza,
mírame de frente.
Tu declarado amor,
ha sido una cruel mentira.
No tenemos papeles firmados,
ni un sacerdote
nos ha unido en matrimonio.
Pero pensé
que nuestro pacto verbal,
había sido sincero.
El mío lo fue,
pero el tuyo,
evidentemente, no.
Si estuvieses
en mi misma situación,
estaría permanentemente
a tu lado,
cuidándote, protegiéndote.
Tú no lo haces...
¿Es por mi invalidez?
¡No sabes lo que es
caminar, teniendo
por piernas,
las ruedas de un sillón!
Dios nunca lo permita.
Pero al menos,
ten un poco de piedad...
Cuando el amor
realmente se siente,
los entonces inciertos,
no tendrían que existir...
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 24/02/2015)