Me canso de amarte. Ya te lo he dicho, o no. Cuando me enfermo y quisiera sentir que son tus manos las que me sostienen el vértigo. Que eres vos conmigo, en el médico, aplacando los fantasmas de la muerte. la espina dorsal de mi miedo, desde la infancia. En esos días me canso tanto de amarte. La enfermedad y vos se parecen. Ambas me duelen, me causan espanto y contra ninguno soy un poquito fuerte. La enfermedad de la distancia. El amor.
Si tan solo...si tan solo fuéramos los dos. Y no hubiera esta palabra.Este enorme poema inconcluso que eres vos. Estas ganas de levantarse y amar a cualquiera que no tuviera tu nombre. De besar, de correr desnudos fingiendo un simulacro de incendio. Y no sería otra cosa que nuestras pieles ardiendo por tantas caricias. Por tanto amor. Por tener al amor.
Estos días que han pasado, me recuerdan a mí sola. Amando. Yo sola soy mi recuerdo. Yo sola soy mi beso, mi palabra de aliento. Sola me abastezco de aliento. Sola con vos.
Quién pudiera juzgarme. Quién pudiera reprocharme de la falta de ternura que se apodera después de momentos difíciles. Quien pudiera amar de esta manera. Solo vos, solo vos amor.
Solo vos que te quedas conmigo después de llorarme el corazón. Te quedas conmigo buscando de mis brazos que abrazan mi propio cuerpo, tu refugio. Te quedas conmigo, esperando. Esperando que sea tu esencia la que se apiade de mí, que me quedo ciega, que me pierdo de nuevo. Esperando que llegue llorando y me abrace a tu cuerpo. Así de nuevo, así tan solos, hasta que la distancia sea de nuevo este cruel remedio, que hizo posible este largo amor.
Me canso de amarte. Me canso y me deshago. Me canso de amarte, pero aquí sigo, después de mis propias ausencias, de darme mi abrazo, siento que solo soy la prolongación de ti, de este -largo- y eterno amor.