ALIADOS
Cuando recuperó el conocimiento pasaron algunos momentos
para que se ubicara en tiempo y espacio.
La detonación había sido prevista para matar instantáneamente,
pero siempre hay peros cuando los resultados últimos dependen
de la actividad humana principalmente en detalles muy finos.
Al cambio de posición en ese instante exacto no lo podía considerar
un milagro porque no creía en los milagros, pero si una muy afortunada
coincidencia, ¿intuitiva?.
Tal vez si y tal vez no; los espías de elite no era creyentes de milagros
pero si eran muy supersticiosos.
Y en su mundo no era difícil encontrar a muchos de ellos que consideraban
existentes entre ellos a poderes francamente paranormales que en muchas
ocasiones les habían servido al limite.
El ingles herido por la explosión sabia que el tenia su profesión
y que los políticos tenían la suya.
Con el tiempo se había persuadido en forma clara y contundente
de esa creencia.
Muchas veces eran totalmente inentendibles dentro de su lógica las
abstrusas, rebuscadas y hasta contradictorias decisiones de los políticos.
Era un agente experto y sabia que la explosión era contra el y había
fracasado inexplicablemente.
El agente ingles era un viejo perro con mucho olfato.
El colega del espía llegó rápido adonde el británico estaba herido.
No volvería a fallar el hombre de la CIA.
El norteamericano le inyectó Solución T 61
intracardiaca.
Secciono la muñeca del ingles y arrebato el maletín.
Antes que la droga terminara de matarlo el hombre de Inglaterra
evoco a su familia y a su lejana niñez sin espías, sin sicarios y sin políticos.
El Objeto del Operativo era él.
Y el maletín debía desaparecer sin testigos.
Así lo habían dispuesto los estadistas de la Casa Blanca y del 10 de Downing Street.
Y así lo habían entendido los hombres de la CIA y del M16.
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