28 de febrero, 11:50,
el buque tiembla a causa de la tormenta.
A las doce todo ha acabado,
yo me he salvado pero siete de ellos se han ahogado.
Estoy en una balsa, solo veo el cielo,
el sol y el mar, y la nada a lo lejos.
La brisa me da en la cara
pero sus gritos me dejaron helado:
¡Gordo, rema para acá...¡
¡Gordo, rema para este lado...¡
El sol me arde en la cabeza,
la piel la tengo seca,
me entretngo buscando la Osa Menor
en esta maraña de estrellas.
A las 17:00 de la tarde los tiburones son puntuales,
hasta el anochecer me acompañan en este extraño viaje.
Ya no tengo sed ni hambre,
ya no espero que vengan a rescatarme.
Desesperado, me tumbo a esperar la muerte,
mas una extraña fuerza me persigue,
me hace seguir adelante.
Décimo día, frente a mí un acantilado,
¿realidad o fantasía?
no hay tiempo para pensarlo.
Con esmero salto al agua,
ahora nado y nado.
Arrastrándome en la orilla
con el sueño me he topado.
La lucha ha terminado, por fin estoy en tierra,
ahora soy un héroe, mi familia me espera.