PLENILUNIO
Nos asediaban como hierros los cabellos hirsutos
del atormentado pabellón del viento. Amenazas de aguas
ocres en la congestión del rio. Todo era ola de océanos profundos
que nos sacudían a mazazos. La esfera del tiempo abrió fauces
presagiando acre incertidumbre con estrépito de rayo iracundo.
Pero éramos arena de reposo en el canal de la sangre,
De venas azules y brazos ebúrneos bogando sobre el cauce.
Líneas verdes, lilas y azahares dibujó la gaviota.
Gemelos del amor en la transparencia del agua pedregosa.
Dos alas en un mismo de cuerpo de paloma. En esta planicie fluía
la paz vertiginosa. Miel de corales y abejas topacio zumbando
delataban el nombre perlado de la naturaleza en nuestras manos.
Volvimos cargados de iridiscentes violetas ,y mujer crisálida,
tu mirar adivinaba los quehaceres de estrellas noctámbulas
cuando el ojo espía del plenilunio en vigilia nos celaba.
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2- TRAÍA PUPILAS DE FUEGO
Como celosa novia golpeaba el tejado,
la inesperada tormenta con ojos de agua
traía pupilas de fuego rojo,
color de noche violenta,
doblaba ramas de cedros vencidos
en su paso clandestino.
Barría polvo de caminos, hojas gravitaban virutas en los picos,
lijaba piedra de acantilados
sobre la espina de montes torcidos.
Rabiosa percutía vidriosas ventanas
en constante retumbar los pórticos eran tremolar de atabal.
En su alforja traía relámpagos de ira hastiados,
rayos oblicuos, aristas de cometas en cólera trisando espejos.
Todo era precipicio de ángulo acorvado,
irascible insuflaba cabellos de madreselvas,
azabaches cabellos de acacias en filamento de rotas aspas.
Tenía rumor de pastizales gélidos en termómetros que asolaban
arenas de médanos girando sobre volantes locos.
en la densa vertical trabó cerrojos saturados.
Se adueñó del cielo y de la tierra fracturando violetas machacadas.
Tempestad violenta en la mirada de yeso
largas lenguas de hierro lastimaban los balcones
con sombras acumuladas mordidas en largos inviernos.
Cruel lentitud del garfio pirata partías alambres
con endemoniadas crines ásperas de filosos clavos
y la complicidad del metal injuriado en el caos implacable.
Trompetas clandestinas irritando burdéganos caballos
hundían sus patas bramantes al lastimero quejido
sepultados galpones ahogados.
Oceánico diluvio de sales bajo el látigo morían desangradas rosas
diluyendo colores en tus agujeros negros de venas hediondas.
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