Ruge el viento en tarde de invierno,
silbo furioso agitando cabellos,
se queja el ciprés en su balanceo
de un aire que vaga sin saber adónde.
Topa el viento como ciervo en celo
contra mi ventana y el frescor del vidrio;
por dentro, el vaho de mi aliento,
por fuera, la mirada fría del paisaje.
Absortamente miro hacia afuera,
mis ojos vidriosos viajan, medito;
me dejo arrastrar por mis pensamientos
en tarde de invierno, tras los cristales.
Miro, contemplo y escucho al viento,
la vieja palmera al viento danzando;
bellos recuerdos que gimen por dentro
al calor de mi cuerpo en tarde de ensueño.
Me dejo llevar, su fuerza me eleva,
navegan raudas mis cavilaciones,
cálidos pensares en tarde que se aleja
como la fuerza del viento, y mis lamentos.
Ruge el viento en tarde de invierno,
el silbo apagado, pero yo aún lo siento.
25 de febrero de 2015
Pau Fleta