Al descubrir que eras solo ausencia
el viento se llenaba de ese aroma,
que destila estertores, en las penumbras,
mas tu nobleza nunca fue del aire
decir que eras infinito, amada bruma,
en la inmensidad del firmamento,
como rayo de luz envuelve lo finito,
al paso de las horas lentamente
yerguen tu belleza al cielo;
aquellas tonadas ya no dirán tu nombre,
las pinceladas ya no retratarán tu rostro,
los versos ya no proclamarán tu vida,
cuando la sola sangre derrame al papel
y a el silencio que fue tu compañero
levantar la frente, y a tu suelo,
que fue primero mío, lodazal sempiterno,
a él finalmente entregaré mi cuerpo,
que ansia eternamente, junto a ti,
descansar.