kavanarudén

En una playa desierta

 

 

 

 

Camino por la playa desierta.
En verano pululaba de gente.
Ahora tiene un toque triste, melancólico.

 

Las gaviotas, a lo lejos, vuelan placenteras.
Parecen estar suspendidas en el aire.
El viento suave, no es agresivo, un tanto helado, juega con mis cabellos y con mis vestidos. Respiro profundamente quisiera retenerlo en mis pulmones.
La bruna no dejar ver los edificios y casas a lo lejos.

 

Lugar ideal para meditar, pensar.
Me descalzo para sentir la arena en mis pies desnudos, el agua fría que los besa, la espuma que se queda un instante en medio de mis dedos.
Camino por la orilla, sin rumbo, sin prisas, sin preocupaciones.
Miro hacia atrás e veo como mis huellas son borradas por las olas.

 

Meto mis manos en los bolsillos de mi chaqueta y oteo al horizonte.
El canto del mar me trae viejos recuerdos. Recuerdos de un pasado lejano.
Me veo jugando en la orilla, corriendo, despreocupado, solo. Si siempre solo.
Fui el último de seis hermanos, los cuales ya se habían ido de casa cuando nací.

 

Vacaciones con mis padres en la Isla de Margarita, cargando a cuestas mi timidez, que no me permitía jugar con otros niños de mi edad. El temor de mi madre por mi fragilidad. Desconfianza de parte de mi padre.


Amigos imaginarios me acompañaban aquí y allá.
Construía castillos donde la doncella estaba encerrada en la torre más alta, esperando al príncipe que viniera a salvarla de las garras de una cruel y malvada bruja.
Tenía que pasar por el portón principal custodiado de un cruel dragón que esputaba fuego……

Una sonrisa se dibuja en mi rostro cansado.
Cuánta inocencia ¿Dónde quedó? En un ángulo oscuro de mi vida.
En cada cachetada recibida de una madre deprimida y bipolar. En cada correazo de un padre ausente y severo, en cada insulto, en cada grito recibido, en cada violencia, en tantas prohibiciones, tantos deberes y pocos derechos…

 

Río y continuo mi caminar. Misterio enorme es la vida. Siempre he pensado que todo tiene su por qué y yo hoy soy el fruto de tantas experiencias vividas, pasadas, superadas y asumidas. Forman parte de mi vida y me han ayudado a comprender tantas cosas. Quisieron doblegar, sobre todo, mi sensibilidad, padres, maestros, catequistas, religiosos. Aprendí a esconderla. No sabía por qué era tan mala, considerada signo de debilidad: ¡los hombres no lloran! Mi padre demasiado hombre para abrazarme, para jugar conmigo…mi madre en cama, crisis de pánico, obsesiones, histerismo…. ¿Era yo el culpable de su desgracia? Todo comenzó con mi nacimiento.

 

Tomo una concha y la lanzo a lo lejos, salta: una, dos, tres veces y después se hunde en el mar. ¿Por qué no me hundí?
Porque cada ser que nace tiene una misión.
Porque tenía que pasar por el crisol que me purificaría.
Porque una Voluntad más grande prefirió darme la vida, independientemente de mis padres.
Porque tenía que descubrir lo que me hace completamente diferente de los demás. Porque todo me portaría a ser realmente persona, ser humano en plenitud….
Hay mucho camino por recorrer aún. Mucho que dar, mucho que compartir, mucho que ayudar…..

 

Extiendo mis brazos….me siento feliz y orgulloso de mí mismo sin considerarme un narcisista; un ser particular o extraordinario. Soy lo que soy.
Esa fue mi historia. Luché y vencí una batalla, aún queda vencer la guerra llamada existencia. La armadura la tengo, el caballo pronto, las ganas renovadas.


Frente a este mar inmenso doy gracias a la vida por todo lo que me ha dado, lo bueno y lo no tan bueno. Gracias a ello soy quien soy. GRACIAS, simplemente GRACIAS