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Piedra ajena deja latir una esencia cercana,
desconsolada la fuerte presencia consolada,
por dejar un bien por el mal helada…,
de fríos que arden como el calor en el ocaso,
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y la piedra ajena y la conocida piedra,
en rio de agua dulce va a lo salado de un mar,
va por conocido rumbo a un desconocido lugar,
donde llegan y se van de lugar sin apedra,
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y mis ojos lloran la alegría de saberse dueño,
un río casi real en la fantasía de un sueño,
cuando solo la piedra ajena llega y se va,
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que late en lo etéreo de un cielo con medra,
y se va y llega la piedra ajena a un lugar conocido,
en el mundo solo es inmundo porque la ha recibido.
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