El don de la sonrisa sumado a su mirada traslúcida y veraz lo convierten en el ser más bello que he visto. Brilla e irradia entrega, una adhesión que incita y deslumbra. Trato de evitarlo. Mis ojos son transparentes, temo que esté grabado en mis pupilas. Hoy he de verlo de cerca. Hoy examina mi tesis. Sumatoria de bríos…
Llega mi turno. No me sorprende su caballerosidad más me asombra su insistente mirada. Lee con detenimiento mi trabajo. Me dice que he de celebrarlo. Miradas fijas. Mi taquicardia me ahoga. Y me habla de reciprocidad. Inhibida no comprendo. Me pide que observe sus ojos fijamente. Allí me alojo. Conmocionada escucho que me repito en su mente desde el primer día de clases. Nerviosa me inmovilizo. Toma mi mano por instantes afirmando que el tiempo y los sentimientos juegan de nuestro lado...Dicha, miedo...
Hoy fundamos juntos una armoniosa vida. Prima la pasión, por eso armamos listados de metas y objetivos múltiples, innovadores. Cada día es diferente, sin hábitos ni lugares comunes. Huímos de los regímenes y las sentencias categóricas. Nada de imperativos. Acordamos que si algo semejante se acercaba nos decíamos Adiós... No, no, con eso no se juega...
Cada noche comemos fuera, y en la cena comienza el embeleso. Ritual de sobremesa. Ya en casa aflora el fervor. Y nos dormimos muy tarde, abrazados y cercanos como la tinta intensa a mi papel expectante.