Con propiedad puedo decir
que marcaste un precedente;
llegaste cuando nadie te llamó,
aliciente, como quien siente venir
el sórdido llamado de la alegría.
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Eras un deseo cumplido,
El anhelo que imaginaban
Las trazas inspiradas
por noches teñidas de constelaciones.
Cumplías toda expectativa
Aparente y distendida
En medio de un bosque de arpones,
Carecías de la cordura de ambos
Cuando decidías amarme,
Con o sin cielos, Sin tiempos,
Y con una sencilla esperanza corriente
Que no enriquecía ni empobrecía,
Solo cultivaba y florecía,
cual flor de mayo en cementerio
repintando el silencio con vida.
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Nuestro amor casi contenía
perfumes propios de un milagro.
Tú eras mi sueño,
Yo era tu sueño también.
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Pero llegada la hora de la mañana
Despabilaban líneas de tiempo
De nuestras vidas en incierto
Temporal de frío y calor.
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el destino dibujó tu camino
pintado de nombres,
a varios nombres de mi camino,
te perdía al final de la niebla
y mi alma se fracturó.
Nuestro amor a deshoras
Se hizo dolor sin sitio.
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Sin embargo
Las lágrimas no fueron petróleo,
Eran puras y sentidas, transparentes.
Eran una calma desatendida
Por el deseo de compañía.
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La discrepancia del recuerdo feliz
Aparecía disonante a la vista,
Pero al voltear, al mirar atrás,
Eran mis ojos tocando vidas,
Líneas de lo que sentía
Aquellos días de antaño:
Percibía la esencia de nuestro amor
como quien asiente a las ramas de jazmín,
te tocaba, me tocabas a mí,
respiré del amor junto a ti.
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Entendí que no fuimos culpables
De nuestra mala suerte,
Que el destino fue otro,
Que la costumbre fue vana,
Que la balanza se perdía entre escalas y valores.
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Fueron tantos atajos bordeados
Que finalmente sentí
Que si moría sería sin ti,
Pero moriría en paz
Porque te conocí.
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Fuiste mi amor perdido,
La perfección,
sumisión total al delirio.
Mi forma de amarte al final
Debía ser desistirte,
Desistir de tu amor,
De buscarte, de desear encontrarte,
Debía ser abandonarte en rumbo
Y partir directo al horizonte.
Debía rendirme a mi dolor
Y renacer de la ceniza
Que quedó de nuestro incendio.
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Ahora me queda buscar en otras aguas
El amor que más se parezca a ti,
Quizá quien fuera como tu
O quien no lo fuera tanto,
Quizá quien pinte de paz mis ojos
Y de armonía mi corazón,
O quizá quien me sueña
Como una vez me soñaste sin penas,
Cuando florecía el otoño
Y caldeaba el invierno.
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Después de todo solo buscaré
El amor sincero, idílico,
Que culmine el tramo de felicidad
Que te faltó por escribir,
Para al final en paz morir,
En paz… porque te conocí.
Martin Blythe
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