el poeta del abismo

idolatrĂ­a

Ya ves, alabada, claustral te dejo

la voz mía y mi acento se ha perdido

en frío barroco y antaño herido

desde la mala arruga del espejo.

 

Ya ves, desnuda la melancolía

va olvidando las palomas arcaicas,

crece el mar bermejo ¡ah, y no repicas!

voy, ya ves, donde nada me molía.

 

De este amor, de ese milagro asidero,

de eso llevo y vas con la cruz del pecho,

con el cierto acto de amor de febrero.

 

Ya me cargo las mañas de tu hallada

cintura y has puesto a dormir las guerras,

ya ves, ya no es febrero, alabada.