Ya ves, alabada, claustral te dejo
la voz mía y mi acento se ha perdido
en frío barroco y antaño herido
desde la mala arruga del espejo.
Ya ves, desnuda la melancolía
va olvidando las palomas arcaicas,
crece el mar bermejo ¡ah, y no repicas!
voy, ya ves, donde nada me molía.
De este amor, de ese milagro asidero,
de eso llevo y vas con la cruz del pecho,
con el cierto acto de amor de febrero.
Ya me cargo las mañas de tu hallada
cintura y has puesto a dormir las guerras,
ya ves, ya no es febrero, alabada.