La oscuridad impenetrable nos cubría con su manto
Estabamos solos, en nuestro diminuto universo
Su suave respirar era mi canto
Sus delicados suspiros eran mis versos.
Su delirante presencia lo alumbraba todo
Su mirada irradiaba placer como ninguna
como aquel joven ocaso que lúcido a su modo
agonizaba regocijado por amor a la luna.
Ella buscó mis ojos para regalarme calma
Yo traté de evitarlos mas todo fue en vano
Yo le entregué mi vida, yo le mostré mi alma
Ella miró mis ojos, ella rozó mi mano.