Los dos simpáticos niños, vecinos calle de por medio
convinierón en hacer una rabona para pasar juntos la
tarde entera, lo que consideraban una velada de novela.
La niña tenia rizos colorados y el galancito llevaba para
la fiesta una caja de bombones franceses, un paquete
de dulces importados y cariñosamente grabada la música
que a ella le gustaba.
Y muy afanoso traia para su pelo alelíes de colores.
Ambos eran pecosos; ella decía dieciocho, tal vez quince
aparentaba pero tenia menos de catorce.
Y el niño de tal bizarra aventura tenia dos menos que
dieciséis y era una personita de bella apostura.
En la casita del bosque, donde vivía el abuelito de la
niña, y que se había muerto, un hogar lucia tibio fuego
después que los “audaces amantes” lo encendieron.
Muy comodos estuvieron en el fino edredón de la abuela
que para la industria que los llevaba habían utilizado.
La faena realizada con merito grande de ambos, al tiempo
los encontro agotados y aunque extraño parezca los dos
soñaron el mismo sueño , cada cual con su forma de argumento.
Son la ternura y el amor le dijo el hada al duende cuando los
llevaron a pasear al cielo mientras la brisa cariñosa rozaba
con su fragancia sus mejillas rosadas.
Alli estuvieron con Romeo y Julieta, y con el sueño terminado
al punto llegaron de vuelta.
…y colorin colorado…
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