La estrella Nica

A un seminarista.

 

Un hábito marrón, Casi rozaba el suelo,
Y Pendía de aquel cuello, que figuraba esbelto.
Un cíngulo blanco que rodea su cintura y, 
Como en un tierno y romántico abraso 
Resalta su figura.

Los cabellos crespos, que adorna su cabeza 
Rizos dorados que caen como brisa. 
Una guitarra sin duda le acompaña 
Y en la eterna soledad, cantará con el alma. 
Sin saber que ocultaba como una perla fina;
Un poema, una canción, que al parecer… brotan de la nada
Pero son como las ostras nuevas, que se forman bajo el agua,
Proceso, de esperanza y calma. 
Es recuerdo de una tarde…
Que entre lágrimas por dentro
Agradecí a Dios, tan admirable belleza
Pues si tal es su creación! como será su creador?
Ahora sé… qué, ocultaban… también los ojos,
Ojos que parecen si dijeran, espera… oh como si 
Al mirarte descubrieran lo que piensas.
Un seminarista…
Es quien me desvela y quien también me adormece,
Se estremece el cuerpo tan solo imaginar
Su piel que roza con la mía. 
Dios no condena el amor,
Pero pueden condenarnos por amarnos
Porqué ocultar sentimientos y guardar secretos
Como si fuesen tristes y muertos?.
Pues ya “solo vive en mi pensamiento
El seminarista de los ojos negros”
Eh robado este estribillo.
Porque es la frase perfecta
Para describir lo que ocurre en este huerto cerrado.
Entre ideales y aciertos Entre espinas y cercas.
Un seminarista, que encanta y enamora
Un seminarista, que excita y devora.
Un seminarista, sincero y prohibido.
De piel clara y estatura gallarda 
De sentimientos tiernos 
De carácter fuerte y de criterios propios 
Amante y soñador, 
Un seminarista. tú!!!