Infinita,
quiso ser infinita.
Los mismos lugares de siempre,
el rechazo, la soledad, la hipocresía,
todo le ataba las manos y quería gritar.
Conocía todas las distancias ya que
soñaba con todos esos lugares lejanos
donde sólo podía ir en sueños.
Le dabas letras y versos, minutos,
recuerdos y unas alas con forma de arte.
Sentía que los triunfos no servían de nada,
y que luchar no valía la pena.
Se sentía derrotada, y cayó delante tuyo,
entre lágrimas, para tu propia derrota.
Y encontraba la inapropiada belleza,
se encariñó de la soledad,
no sabía lo que sabía
y aunque con amor, habían faltas.
Con limites,
con presiones.
En silencio te esperan tus sombras
en aquella habitación, siempre silenciosas.
Las horas miran por encima del hombro
cuando tú sólo te encierras y lloras.
Pájaro en un arco iris con tonos grisáceos
que cantan desafinando y que lloran contigo.
Ella se derrumba, y dentro de ti se rompe algo.
Sólo se calma al verla como siempre,
al verla sonreír, al verla a tu lado.
Todo vuelve a tu cabeza.
Dejas de buscar la belleza
para sentarte y charlar con tus monstruos.
No hay ganas de saber más.
Necesidad de hogar.