En un segundo fue como si todo se acabara,
en una palabra desmembradora del antier que no vive ni en recuerdo,
del ayer al hoy,
agua helada encima
y un par de cachetadas para abrir o cerrar los ojos.
Quien sabe…
¡Que estúpida!
Me caigo,
y vuelvo a escupir maldiciones a la atmósfera,
de la que solo respiro lo estéril de tus intenciones,
lo efímero de las mías.
¿Amor, si así he de nombrarte?
Tonterías… y sigo caminando.