Fabian Amaya
La crisis del veinticinco
La crisis del veinticinco empieza
un día de color desmemoriado
en el que al caminar aniquilado
de a poco se destrozó la fiereza
en la que otros instantes sanos
de una vida particular y corriente
con tantos vicios como gente
se saturó con ideales vanos
de libertad y gloria absoluta
que al doblar la esquina se hacen
cadenas, dolor que se imputa
al hombre egoísta que tímido huyó
a vista de todos que en tierra hallasen
el amor que él tuvo y por el que cayó.