Quiero darte las gracias, mi Padre y Amigo
por los alimentos, que los necesito...
Yo sé que Tú sabes mis necesidades,
angustias y males, antes que yo mismo...
Tal vez no merezca que me ames siquiera,
pero Tú lo haces de todas maneras...
Me tienes cuidados, proteges mi vida,
mi andar por caminos ¡qué hoy están tan malos!
que hasta los valientes y los precavidos andan asustados.
Me sanas cuando estoy enfermo,
¡y consuelas si entristecido!,
estás tan pendiente por éste, tu hijo,
que me da vergüenza y siento fastidio,
pues quiero emularte, ¡amarte yo a ti,
como haces conmigo!... y no lo consigo.
Pero me consuelo dándote las gracias... hablando contigo...
Señor, acrecienta dentro mío tu Espíritu,
cambia mi conciencia, ¡ábreme la mente
como otrora hicieras con varios discípulos!