Mi última morada
Mis pies se detienen,
no puedo moverlos,
no me obedecen,
tan pesados están,
mis piernas desfallecen.
De pronto el sopor me vence,
entro a un sueño extraño,
percibo una paz inmensa,
donde el aire es tan ligero, tan liviano;
que me abraza el alma, me besa.
Pareciera que mi cuerpo flotara,
siento que puedo tocar el cielo,
no duelen más esos recuerdos;
mis odios desaparecieron
y solo alegría es lo que siento.
Me dirijo al final del camino,
ahí donde mis restos
se unirán a la tierra;
descansaré en mi última morada;
al fin mi alma se libera...