¡Cantemos alabanza!
a tu hermosura en vástagos esmeros
y, hagámosle bonanza
en rituales de cleros,
¡Oh filistea mía, ninfa en Eros!
¡Vida a tu crestería!,
¡Oh perfume de lirios y boscajes,
atril de mi latría;
que vas entre celajes
de ágiles greyes, verdes los forrajes.
Santuario de cristal
deja tu nombre, crueles mis fermentos
y, llevándose el mal
se parte de lamentos
¡Qué será de sus cánticos y alientos!.
Del amado a la amada,
hay vástagos de luces refulgentes,
ella es alma enredada
en los siglos ponientes
de mis tejidos hondos y presentes.
¡Oh mujer del maná!,
piedra blanca de grácil hermosura,
que del cielo nos da
azules y blancuras,
en nácares de ignotas mil ternuras.
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John Morales Arriola.