Pisas fuerte por la vida,
nada te es indiferente,
con tono y mucha medida,
no dejas cuenta pendiente.
Siendo muy directo y franco,
tus caderas al andar
me dejan la mente en blanco
y alto me hacen suspirar.
¡Ay, rubia, que sofoco!
Cuando vas de color añil
por ti suspira hasta el albañil.
Y por pensarte, te pienso,
con deseo y con premura,
y, siempre, lo más intenso
que siento es mucha ternura.
Y por mirarte, te miro,
poniendo cara de loco,
y casi que ni respiro,
tragando de poco en poco.
¡Ay, rubia, que sofoco!
Cuando vas de color añil
por ti suspira hasta el albañil.