Cállate con tu estúpida cordura y déjame ser triste y llorar sin motivo alguno
que la felicidad es una farsa legal que te obliga a sonreír aunque no quieras borrando así la posibilidad de que nazca una sonrisa sincera.
Déjame que me esconda en mi cuarto que no te necesito a ti ni al resto y con mi propio interior me basto.
No vuelvas a decir que sonría si no lo siento y sal de mi cuarto si has entrado con una sonrisa fabricada a propósito y esos aires de insincera y permitida felicidad.
Déjame ser triste que mi particular felicidad no la entiendes.
Deja en la puerta la mente que te impusieron el presidente, la iglesia y la familia y con esa alma purificada podrás entrar en mi cuarto y serás bienvenido/a.