Me enamora tu alma tan serena,
que tiene diafanidad de cristal,
que es mañana clara,
estrella silenciosa en recóndita algazara
que permanente es de la luz su caudal
en los ventanales de mi alma en luna llena.
Alma navegante en la sangre de mis venas,
es muda fiebre que calienta los poros
de mi piel avara,
consistente y en plenitud que se disparan
en mi interior cantos sonoros
de un verso a otro con el peso de cadenas.
Me la llevo por siempre conmigo, porque quiero
permanecer en ella prisionero y cautivo,
cárcel anhelada de mi alma enamorada
y mundo inmenso del corazón primitivo
que tiene párpados de linaje fiero.
Otras almas se acercaron ciegas,
inconscientes de toda ternura,
faltas de las llamas vivas
que sólo tú, categórica, me entregas
con el perenne verdor de las siemprevivas.
Me engrandece tu alma como canario
que en jaula dorada te canta
y con su canto te inmoviliza
porque te gusta, porque te encanta,
aunque su garganta ya es ceniza
vienes a escucharle a diario.
Tu alma es mi sendero, el viento solitario,
que con libertad en el cuerpo se desliza
arrasando las dudas que marchitan
las flores que tienen su hoja movediza
y ruegan ese temblor tan necesario.
Es la luna que en la noche parpadea,
ilumina los sentimientos que te tengo,
son navegantes que buscan tu puerto
o un mar detenido y a veces con marea,
tu alma es el barco con el que me sostengo.