--------------------------------------------SI ME PREGUNTAS QUIEN SOY?.-------------------------------------
Roberto Reyes Cortés.
EL ALEMAN AL ATAQUE........
Si me preguntas quien soy.?
Te diré muy simplemente,
no lo sé, no lo recuerdo.
Tal vez en algún momento,
yo fui alguien de importancia,
que tenia buena ropa
y una marcada elegancia
o tal vez un pobre nadie.
Pero si me miras ahora,
a lo mejor no me crees
y piensas que estoy creando,
historias y adornos fatuos.
Pero no seas tan ingrato
de evaluar con lo que miras,
que el tiempo es enemigo,
del joven y del mendigo.
Al primero lo envejece
y el segundo muere de frio.
Aquel que cree ser un guapo
y mucho mira el espejo,
a ese ya lo veremos
cuando transcurran los años
y en lugar de su belleza
tendrá una piel reseca,
unas manos como ramas,
que por tiesas tiran todo,
y cuando pase a tu lado
con su raro caminar,
va brincoteando en el pasto,
como si andara en el lodo.
Será aquel que te dice a diario,
“Adónde te conoció” ¿
y el por qué de las banquetas,
que ahora ya son más altas
y las cuadras a tu casa
las alargó el constructor.
Ese día llegará cuando estés,
entrando a un carro
que es del hijo del vecino,
porque el tuyo ya no existe,
porque anteayer lo vendiste,
cuando hallaste comprador.
Ese día llegará,
no tienes por qué dudarlo.
Pero déjame pensarlo,
a lo mejor ya descubro
lo que soy o lo que he sido.
Si me dejas meditarlo,
tal vez yo caiga en la cuenta,
y te pueda convencer.
Que soy un pobre poeta
que quiere escribir canciones
para cantar las parrandas
con la música de orquesta.
O un flojonazo de marca
que no gana ni un centavo
para llevar a su hogar,
pero que a diario pregunta,
a su vieja compañera
que hay hoy, para comer?.
Qué cosas tiene la vida,
esa vida tan rastrera
la que unas veces te alegra
y otras te vapulea.
Cuando volabas cometas,
que planeaban por el aire,
y los hacías muy bonitos,
con rajitas de madera
con un papel amarillo,
con larga cola de trapo,
o jugabas con canicas
en el hoyito de tierra
a donde entraría el matón,
y tus trompos que zumbaban
cuando tú los aventabas
para sacar de la raya
al contrario juguetón.
Ah que tiempos tan hermosos
cuando en vez de irte a casa,
escondías tu mochila,
que era de ixtle forrada,
tomabas la resortera
y te ibas caminando
y saltando como grillo,
rumbo a esos campos floridos,
donde siempre había un río
para darse un chapuzón.
Y al regresar a la casa
con la ropa aún mojada,
aguantar los cintarazos
que te daban en las nalgas
que te ardían y dolían
como para jamás olvidar:
que las pintas descubiertas
y la ausencia de la escuela
se castigan con rigor.
Pero hay, que tiempos aquellos,
pero hay que cosas señor.
Cuando llegaste del pueblo
con ese tu cuerpo flaco,
no acostumbrado al calor
porque eras indio nativo,
de las montañas del centro,
donde el frio es de rigor.
Y no habían bicicletas
y las calles de los pueblos,
eran de tierra molida
y de piedra de los ríos
y en ellas tu caminabas
sin que un carro te golpeara
y no estaban en las esquinas
ningún poste o farol,
que te dijera que pases
o te parara en el sol.
Pero hay que tiempos aquellos
que todo nos asombraba,
cuando decían que en el circo
“había una mujer barbada”
o las “cebras con sus rayas”
y “camellos con jorobas”,
y “los caballos” aquellos:
que en dos patas caminaban;
en tanto que aquel payaso
al publico entusiasmaba,
con sus blancas ocurrencias
y sus chistes de cajón.
Y el espanto de la gente,
cuando una “rubia preciosa”
sobre una cuerda templada,
caminaba como “diosa”
a una varilla agarrada.
Ah: que los días del circo,
ah que vida tan preciosa,
aquella, que nos tocara.
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