Cada mañana miro la gente pasar
con sus dudas y sus prisas
es fuerte su caminar;
sentado en el parque un niño
con su caja y su lustre
vive los amaneceres en su afán.
La gente lleva livianos sus pasos
pero pesado su mirar
ausente de palabra y miradas tibias
el niño tiene la sonrisa amplia
confabulado con la espera y el saber
de un cliente cercano llegado a esta tierra a trabajar..
Hay en la gente y el niño
un mar tendido bajo sus pies
con sus aguas sólidas y unos matices
largos para analizar;
unas rosas sonrientes a lo largo del parque
y un cielo cobijándolo todo
entre angustias, dudas y tradiciones
amalgamadas en lo cotidiano y en la astucia de ser.
© Emig Paz