Raul Gonzaga

El Sermón de la Montaña final

Cuando ores se discreto, que tu Padre te escuche,

Se haga su voluntad y al perdonar no dudes;

No demudes tu cara, para parecer a otros

Que ayunaste sincero, porque Él lo sabe todo;

 

No te angustie el comer, ni la sed ni el vestido,

Todo te será dado: oro, plata y armiño;

No debes de juzgar y por tu casa empieza

A limpiar tus errores, con actitud discreta;

 

Pide y se te dará, busca y lo encontrarás

Y se abrirá si llamas la senda y la verdad;

La senda es muy estrecha, ancha es la perdición,

Pocos son los llamados al templo del amor;

 

No me digas Señor, ayuda a tus hermanos

Edifica tu casa sin temor a los hados;

Estas son mis palabras,  este será el final

Las palabras de un sabio: por siempre vivirán;

 

Así hablaba el maestro en aquella montaña,

Y todos lo admiraban por palabras tan sabias;

Hoy si tú has leído, lo quieres practicar,

Sólo hay un mandamiento: el amor fraternal…