Cuando un Ojo recuerda lo que el Otro olvida,
que sea Ojo de lobo, pez o de luna,
cuando aguda y precisa viene la hora bruja,
y sus evitaciones riesgosas del porvenir,
Pendiente estoy de conocerla,
su desviada ojeada, nada más,
la que despejo singladuras, viaductos y carreteras.
lo suficiente para darse cuenta que todos quedamos en el limbo.
Locura del Alma:
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