Sentada mano sobre mano, ajada,
rendida por eterno desangelo,
perdida la mirada por el suelo
con la cabeza noble algo inclinada.
Vivió completamente superada
robando tiempo al día con mi abuelo
sumando la alegría en su consuelo
¿y qué pasó? se le olvidó, ¡no hay nada!
Buscando lo que allí se haya perdido
observo su mirada vacilante
y lo que encuentro en ella, me estremece.
Porque al cruzar el rayo encendido
que ilumina su cara en un instante
como estrella fugaz, se desvanece.
Cecilio Navarro 07/03/2015
Comentario:
Dedicado a la abuelita que luchó los últimos años de su vida contra la terrible enfermedad de la memoria.