Mi regalo no contiene luces en el cielo (pirotecnia) ni sonidos en la calle (serenatas).
Te regalo lo común, los colores del día que la Pachamama nos refleja,
los conciertos de los pajarillos y otros insectos que deleitan el silencio,
la conspirada noche que ajena el espíritu, que es tan cómplice de nuestros pensares.
Mi regalo es tan simple y sencillo,
es tan claro y directo.
Te regalo mis letras ceñidas de sueños,
mis pensamientos de recuerdos sin olvido,
mi alma triste, pero con vigor por el sentimiento,
sentimiento refugiado ante lo que hoy existe.
Te regalo una idea, un pensamiento, un recuerdo
que al momento que lo leíste supiste de quien se trata,
como cuando suenan las primeras notas de tu canción preferida.
Te regalo una sonrisa figurada en tu rostro
y hasta mi propia condena por haberlo hecho.
Por último,
te regalo mi gratitud, y la sinceridad de decirte:
Princesa, te amo.