Aguardo lo inesperado, y me refugio en mi silencio.
A veces callo a gritos...
a veces.
El diario, pequeño baúl de los recuerdos,
solo allí guardo versos que jamás enseñaré,
digo, si es que vale la pena este verso
para explicar cuánto me extrañé.
Quizás no soy bueno explicando lo que siento,
de hecho, no soy bueno.
Las caras son caras, cuestan mucho entenderlas.
Lo único que quiero es pintar. Sé que soy feliz así.
Pintando.
No como Van Gogh, no como Picasso, no como Dalí.
Si no pintando, como me gusta, como me encanta.
Pintando.
No existe algo más encantador que la espontaneidad
de ser yo mismo.
No en un sueño, no en una ilusión,
aquí mismo, ahora.
Pintando.
El diario me recuerda que antes todo era peor.
O sea que al fin y al cabo todo está bien.
Todo va yendo mejor.
¿no?
Claro, claro, enséñame.
No puedo solo.
Siempre algo influye, algo te inspira.
Pero al final qué mejor que ser tú mismo.
Y más, mucho, mucho más.
Pintando.