Llegas tarde para ver la puesta de sol,
a mis ojos llegas tarde.
Llegas cuando la canción va en su final
y cuando el pájaro deja de cantar
y se decide a surcar los cielos.
Llegas tarde.
Apareces en mi vida como aparece el autobús
cuando voy tarde al trabajo.
Apareces lenta y serena frente a mi iracundo sarcasmo;
apareces tarde mal y nunca.
Como un orgasmo, tu llegada
aunque tarde es placentera
y haces que los minutos,
que marcan horas eternas,
valgan la pena.
Llegas tarde, sin embargo a tiempo
de este último verso de despedida.