Dulce aliento de mi vida,
manantial de sentimiento
que llevo tu sonrisa
en el centro de mi pecho,
¿cómo escribir a algo
que no sea tu reflejo
si es lo único que me inspira
un cariño puro y sincero?
¿Cómo creer que no te extraño
si me ahoga no verte un día
y el pensamiento de tus caricias
se me vierte en cada paso?
¿Cómo decir que eres mi vida
y que muero por un abrazo,
que has sanado mis heridas
que en el alma estoy marcado?
Caricia es tu mirada tierna,
deseo y belleza en esos labios
que los míos hacen agua
que riega y cuida tus manos.
Tus gestos de niña buena
o de diabla enloquecida
son mi vicio y mi cadena
y el calor que en mi anida.
Por tu voz que me hace cauce
un río nace en secreto
y las llamas del infierno
las sofoca y nace un cielo.
Desde el calor de tu pecho
debe verse el paraíso
pues lo que siento aquí en el mío
es que sólo puedo estar contigo.
En tus alas delicadas
debo dejar todos mis mimos
y hacer de mis latidos
tus aleteos en la aurora sagrada.
Mi alegría de ti es esclava,
mis versos de tus pupilas,
sólo quiero que seas mi amada
si te puedo entregar la vida.
Busca el refugio a mi lado,
déjame que te mire y vea
que no podré ser más afortunado
de lo que a tu lado, mi amor, yo sea.
Que vea tu claridad encendida,
vea el cielo desde arriba,
vea la felicidad de ti prendida,
¡ay!, amor de mi vida.
¡Ay! razón de mis días,
manantial de sentimiento,
que has clavado tus pupilas
en el centro de mi pecho.