De lanza y cuchillo.
De abismo y vacío.
De yunque y martillo.
De ayuno y peligro.
De mares en calma.
De fuego encendido.
De tristes mañanas.
Que se han evadido.
De lágrimas vivas
y leves suspiros.
De estepas perdidas.
De viñas y olivos.
De esperanzas vanas
y de arroyos secos.
De planicies llanas
y escarpados cerros.
De abstinencia casta.
De whiskys con hielo.
De burdel y cama.
De rencor y celos.
Y de tantas noches
de amargos desvelos.
Sin ningún reproche.
Amándote en sueños.
De sábanas frías
que hielan el alma
si amanece hundida,
triste y solitaria.
De taco y blasfemia.
De música sacra.
De oración eterna.
De fe renegada.
De cuervos que vuelan
sin respetar nada
y en su pico llevan
lo que más se ama.
De burlas procaces
que son amenazas,
que sombras falaces
a menudo lanzan
y cuyos mensajes
de lleno me alcanzan,
y cubren mis tardes
de luto, hasta el alba.
De un vivir complejo
de antifaz o máscara
mientras que allá lejos
el amor se escapa.
Viento de Levante