Aquí estamos nuevamente amor mío
transitando los impíos senderos del yerro,
acudimos al llamado de la piel...¡urgentes!
a vivir la furia del perpetuo fuego.
Lejanos; como dos bornes invernales
y tan cerca uno del otro,
cara y sello en la misma moneda de traición.
Dos estelas de una misma cometa,
mariposas que se entregan en el aire,
embriagados grillos
preñando la noche de irreverentes sones.
Sobre el cantero de las nubes
se erige nuestro antiguo reino,
en la matriz del aire hacemos nido.
Escondida entre tus brazos
¡Las flores volverán a crecer!
cuando tu dulce ternura
tiembla asomada a mis labios
y esta hondura en el pecho
que crece como el agua
con todo el sabor del mar
sobre el beso de las carnes
tañendo clavicordios de espumas y saliva.
Vamos arrastrando este amasijo
de irredenta materia,
temerosos de abandono
adictos consumados;
de las bocas como zarpas de aire,
como los frutos de la higuera
de negro y de almíbar,
del brebaje de las lenguas
soberana dictadura el lenguaje de la piel
¡Flores de infierno!
Sometidos al yerro de esta noche
y su canción desesperada de aromas y temores
cuando la luna copula en tus cabellos
húmedas perlas …
como el aire al pie de las cascadas
cuando estallan en su viaje hacia el abismo.
Alejandrina.